ANE – Aniversario N° 21
Damos gracias a Dios por estos 21 años de Reconocimiento Oficial, de parte de la Iglesia, a nuestro Apostolado; por los frutos que, con la bendición del Señor, podemos ver, en la edificación del Reino.
Elevamos una oración por los integrantes del Primer «Consejo de Obispos del ANE»: Mons. René Fernández Apaza, Mons. Abel Costas Montaño y Monseñor Manuel Revollo Crespo; santos Obispos que supieron guiarnos con su ejemplo y amor. Dios los tenga en su Gloria.
Resumen del mensaje del Director General:
Queridas hermanas y hermanos del ANE reciban un saludo cordial con nuestro más sincero deseo de Paz y Bien.
Damos gracias a Dios porque hoy, al conmemorar la Fiesta de San José Obrero, se cumplen 21 años del día en que la Iglesia Católica, a través del entonces Arzobispo de Cochabamba, Bolivia, S.E. Mons. René Fernández Apaza, reconoció oficialmente la personería jurídico-eclesiástica del Apostolado de la Nueva Evangelización como una Asociación Apostólica de Fieles Laicos, conforme al Código de Derecho Canónico, aprobando sus Fundamentos Doctrinales y Estatutos.
A partir de ese histórico primero de mayo, nuestro Apostolado recibió el reconocimiento oficial en varias diócesis de nueve países, donde trabajamos infatigablemente promoviendo la Nueva Evangelización y las obras de Misericordia.
Así es como hoy, que es para nosotros un día privilegiado para dar gracias a Dios por tanta bendición, les saludamos esperando que todos ustedes se encuentren muy bien, con la fe y la esperanza puestas muy firmemente en el Señor, dando testimonio de amor, de misericordia y de servicio, especialmente entre nuestros seres queridos ahora, y cuidando la salud con la debida prudencia.
“Ha llegado el momento en el cual debemos practicar todo aquello para lo que el Señor y la Santísima Virgen María nos estuvieron formando, durante el tiempo de nuestra pertenencia a este maravilloso Apostolado”.
En el extremo de su Misericordia, el Señor permite esta pandemia para que el mundo deje de mirar al mundo, para que la Humanidad vuelque los ojos hacia Él y se dé cuenta de que todo el avance científico, todos los adelantos tecnológicos no pueden darnos ni conservarnos ni garantizarnos la vida, y que Dios sigue siendo el principio y el fin, el Alfa y el Omega…
Ya más adelante reflexionaremos en profundidad sobre todo esto, pero ahora queremos decirles que éste es el tiempo de confiar en el Señor, de recordar que la verdadera vida es la Vida Eterna; que nuestra existencia y el destino de toda la humanidad y del Universo ha estado siempre, y siempre estará en las Manos de Dios Todopoderoso, que nos invita (en partricular a los ANE-hermanos) a amar y a ser misericordiosos, a dar testimonio, especialmente entre nuestros seres queridos ahora, de servicio y entrega, y de todo lo que hemos venido aprendiendo durante nuestra permanencia en este bendito Apostolado…
Y ahora, que debido a todos los acontecimientos reina la confusión en muchos aspectos, considero oportuno recordarles que el ANE es una escuela de amor y de misericordia, a la que por pura gracia y misericordia del Señor (y NO por nuestros méritos personales o familiares) hemos sido llamados, cada uno de nosotros, PARA CAMBIAR, CADA DÍA, a semejanza de Cristo y de María.
Para decirlo de otro modo: el ANE es la escuela a la que nos llamó el Señor para que aprendamos a ser y nos transformemos en lo que Él quiere que seamos. O sea: No nos llamó porque le gustaba mucho cómo éramos ¡No nos equivoquemos nunca con eso! Nos llamó porque quiere que aquí nos convirtamos en lo que debemos ser. Y eso, sola y exclusivamente, debido a su Misericordia.
He dicho aquí dos veces que el ANE es una escuela y así es. ¡Y cuánto necesitaríamos tener ahora todos los medios y recursos para poder constituirnos formalmente en eso! Para poder tener el Centro de Formación y Crecimiento Espiritual que el Señor nos pidió hace tanto tiempo… Pero aquí vamos, poquito a poco, con la bendición de Dios, con esta App y esta página, que es lo que por ahora tenemos… Lo importante es que TODOS seamos conscientes de lo que Él se espera de nosotros: Un trabajo diario y sensato, esforzado, de Conversión personal; cada día un mayor Compromiso con Él a través de esta Obra, y una estrecha, indisoluble Comunión con Él y con nuestros ANE-hermanos.
En la escuela, uno aprende, crece, cambia, integra y agrega a su “caja personal de herramientas” nuevos instrumentos: primero, la lectura y la escritura, la suma y la resta luego, y poco a poco incorporamos conceptos y desarrollamos habilidades para realizar operaciones cada vez más complejas; pero lo que importará, al final de cuentas, no será que recordemos de memoria todo lo que nos han enseñado, sino que salgamos más o menos capacitados para enfrentar la vida con eso que aprendimos.
Aquí, en la escuela del ANE, nos sucede igual: No se trata de que aprendamos de memoria la Biblia, el Catecismo, las encíclicas o las “cruzadas”, sino que vayamos creciendo en lo que va a ser útil para llevarnos a la verdadera vida, que es la vida eterna.
Es importante que vayamos creciendo cada día en el amor a Dios y a los demás, y decreciendo en el amor a nosotros mismos; que crezcamos en todas las formas de la misericordia y en el servicio a Dios, A TRAVÉS DE LOS DEMÁS. Necesitamos, por sobre todas las cosas, tener la disponibilidad para que el Señor nos vaya modelando, transformando día con día, a su imagen y semejanza.
Este tiempo de la pandemia es apenas el inicio de muchas tribulaciones que, sabemos, deben venir. Para este tiempo nos han venido preparando el Señor y la Virgen. Sepamos dar testimonio de amor y misericordia especialmente entre nuestros seres queridos: practiquemos cada día la tolerancia, el sacrificio y la entrega personal, en el nombre del Señor.
Que la Santísima Virgen María de Guadalupe y San José Obrero intercedan siempre por nosotros para que así sea.