Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición para todos los días
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, pero también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración introductoria para todos los días
Bienaventurado Padre Pío, testigo de fe y de amor. Admiramos tu vida como fraile Capuchino, como sacerdote, y como testigo fiel de Cristo. El dolor marcó tu vida y te llamamos «Un crucificado sin Cruz».
El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón. Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros. Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros. Amén.
Oración a San Pío de Pietrelcina
Amadísimo Santo Padre Pío de Pietrelcina, tú que has llevado sobre tu cuerpo los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo; tú que también has llevado la cruz por todos nosotros, soportando los sufrimientos físicos y morales que te flagelaron continuamente el alma y el cuerpo, en un doloroso martirio; te rogamos que intercedas ante Dios todopoderoso, para que cada uno de nosotros sepa aceptar las pequeñas y grandes cruces de la vida, transformando cada sufrimiento en un seguro vínculo que nos ata a la vida eterna.
(Se dicen las intenciones por las que se ofrece la novena y se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria).
OCTAVO DÍA
Palabras del Padre Pío
«Si me fuera posible, querría conseguir de Dios solamente una cosa, si me dijera: ‘Vas al Paraíso’, querría conseguir esta gracia: ‘Señor, no me dejéis ir al Paraíso hasta que el ultimo de mis hijos, la última de las personas que me han sido confiadas, haya entrado antes que Yo'».
Meditación sobre la pureza
La pureza es algo con lo que nacemos, pero a medida que comenzamos a tomar conciencia del pecado, por la influencia del mundo, la vamos perdiendo.
Es necesario ser puros de mente y cuerpo, para poder ser puros de alma. No es una tarea sencilla, ni carente de obstáculos. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración. Decía el Santo Padre Pío a sus hijos espirituales: “Ten por cierto que si a Dios un alma le es grata, más la pondrá a prueba. Por tanto, ¡Coraje! y adelante siempre”. Pero hay una promesa a tanto esfuerzo: “Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5,8). El corazón limpio es el corazón abierto y humilde. El corazón impuro es, por el contrario, el corazón presuntuoso y cerrado, completamente lleno de sí mismo, incapaz de dar un lugar a la majestad de la verdad.
Oración final
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que Dios prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
Concédenos una mirada de fe, capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.