Consagración a Jesús por María
San Luis María Grignion de Montfort
Trigésimo primer día
31ª MEDITACIÓN
De la bondad y caridad de Dios, que se manifiesta en el Santísimo Sacramento a los hombres:
Señor, confiando en tu bondad y gran misericordia, vengo yo, enfermo, al Médico; hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al Rey del cielo; siervo, al Señor, criatura, al Criador, desconsolado, a mi piadoso Consolador.
Mas ¿de dónde a mi tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo?
¿Cómo se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? Y Tú, ¿cómo te dignas venir al pecador?
Tú conoces a tu siervo y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio.
Yo te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu verdad, alabo tu piedad y te doy gracias por tu extrema caridad.
Los que toman esta santa esclavitud profesarán devoción singular al gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo, que es el Misterio propio de esta devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo: primero, para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios hijo ha querido tener respecto de María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación, dependencia que se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas.
Segundo, para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio.
Tales son los dos principales fines de la esclavitud de Jesús en María. Como vivimos en un siglo orgulloso, en que hay un gran número de sabios hinchados, espíritus fuertes y críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin necesidad, decir la esclavitud de Jesús en María y llamarse el esclavo de Jesucristo, que es esclavo de María, dando la denominación de esta devoción más bien de su fin último, que es Jesucristo, que el camino y medio para llegar a este fin, que es María, por más que una y otra se pueden, usar sin escrúpulo. Otra razón es que el principal misterio que en esta devoción se celebra y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en María y encarnado en su seno, es más apropiado decir la esclavitud de Jesús en María, según aquella hermosa plegaria de tan grandes almas: Oh Jesús que vivís en María, venid y vivid en nosotros, en nuestro espíritu de santidad, etc.
Los que adoptan esta esclavitud dirán con gran devoción el Ave María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aún entre los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles el gran mérito de esta oración.
Oraciones:
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad, Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial, Ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
Dios, Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
Trinidad Santa, un solo Dios, Óyenos
Espíritu que procede del Padre y del Hijo, Ilumínanos y santifícanos
Espíritu del Señor, que al comienzo de la Creación, planeando sobre las aguas las fecundaste, Ven a nosotros
Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas, Ven a nosotros
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, Ven a nosotros
Espíritu que das testimonio de Cristo, Ven a nosotros
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, Ven a nosotros
Espíritu que sobreviene a María, Ven a nosotros
Espíritu del Señor que llena todo el orbe, Ven a nosotros
Espíritu de Dios que habita en nosotros, Ven a nosotros
Espíritu de sabiduría y de entendimiento, Ven a nosotros
Espíritu de consejo y de fortaleza, Ven a nosotros
Espíritu de ciencia y de piedad, Ven a nosotros
Espíritu de temor del Señor, Ven a nosotros
Espíritu de gracia y de misericordia, Ven a nosotros
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad, Ven a nosotros
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz, Ven a nosotros
Espíritu de humildad y de castidad, Ven a nosotros
Espíritu de benignidad y de mansedumbre, Ven a nosotros
Espíritu de multiforme gracia, Ven a nosotros
Espíritu que escrutas los secretos de Dios, Ven a nosotros
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, Ven a nosotros
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, Ven a nosotros
Espíritu en el cual renacemos, Ven a nosotros
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, Ven a nosotros
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, Ven a nosotros
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste, Ven a nosotros
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos, Ven a nosotros
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, Ven a nosotros
Senos propicio, Perdónanos Señor
Senos propicio, Escúchanos Señor
De todo mal, Líbranos Señor
De todo pecado, Líbranos Señor
De tentaciones e insidias del demonio, Líbranos Señor
De la presunción y desesperación, Líbranos Señor
De la resistencia a la verdad conocida, Líbranos Señor
De la obstinación y de la impenitencia, Líbranos Señor
De la impureza de la mente y del cuerpo, Líbranos Señor
Del espíritu de fornicación, Líbranos Señor
De todo espíritu del mal, Líbranos Señor
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, Te rogamos óyenos
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, Te rogamos óyenos
Por tu advenimiento sobre los discípulos, Te rogamos óyenos
En el día del juicio, nosotros pecadores, Te rogamos óyenos
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él, Te rogamos óyenos
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, Te rogamos óyenos
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne, Te rogamos óyenos
Para que no te entristezcamos a Ti, Espíritu Santo de Dios, Te rogamos óyenos
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu, en el vínculo de la paz, Te rogamos óyenos
Para que no creamos a todo espíritu, Te rogamos óyenos
Para que probemos a los espíritus si son de Dios, Te rogamos óyenos
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, Te rogamos óyenos
Para que nos confirmes por Espíritu soberano, Te rogamos óyenos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Salve Estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios,
Quedando perpetuamente Virgen,
Feliz puerta del cielo.
Pues recibiste aquel Ave
De labios de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Trocando el nombre de Eva.
Suelta las prisiones a los reos,
Da luz a los ciegos,
Ahuyenta nuestros males,
Recábanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre,
Reciba por tu mediación nuestras plegarias
El que nacido por nosotros,
Se dignó ser tuyo.
Virgen singular,
Sobre todos suave,
Haz que libres de culpas,
Seamos suaves y castos.
Danos una vida pura,
Prepara una senda segura,
Para que, viendo a Jesús
Eternamente nos gocemos.
Gloria sea a Dios Padre,
Loor a Cristo Altísimo,
A los tres un solo honor. Amén.
Señor, ten piedad / Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad / Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad / Señor, ten piedad
Jesús, óyenos / Jesús, óyenos
Jesús, escúchanos / Jesús, escúchanos
Dios Padre Celestial / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Dios Hijo, Redentor del mundo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Dios Espíritu Santo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Dios Santo, Trino y Uno / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Hijo de Dios Vivo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Resplandor del Padre / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, candor de la luz eterna / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Rey de Gloria / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, sol de justicia / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Hijo de la Virgen María / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, amable / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, admirable / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Dios fuerte / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Padre del siglo futuro / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Ángel del gran consejo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Poderosísimo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Obedientísimo / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, manso y humilde de corazón / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, amador de la castidad / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, amador nuestro / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Dios de Paz / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Autor de la vida / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Modelo de virtudes / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, celador de las almas / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Dios nuestro / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Refugio nuestro / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Padre de los pobres / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Tesoro de los fieles / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Buen Pastor / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Luz verdadera / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, sabiduría eterna / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Bondad infinita / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Camino y Vida nuestra / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Gozo de los ángeles / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Rey de los patriarcas / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Maestro de los apóstoles / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Doctor de los evangelistas / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Fortaleza de los mártires / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Luz de los confesores / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Pureza de las vírgenes / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Jesús, Corona de todos los santos / TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Senos propicio / PERDÓNANOS, SEÑOR
Senos propicio/ ESCÚCHANOS, SEÑOR
De todo mal / LÍBRANOS SEÑOR
De todo pecado / LÍBRANOS SEÑOR
De tu ira / LÍBRANOS SEÑOR
De los lazos del demonio / LÍBRANOS SEÑOR
Del espíritu de fornicación / LÍBRANOS SEÑOR
De la muerte eterna / LÍBRANOS SEÑOR
Del desprecio de tus inspiraciones / LÍBRANOS SEÑOR
Por el misterio de tu santa encarnación / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu nacimiento / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu infancia / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu vida divina / LÍBRANOS SEÑOR
Por tus trabajos / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu pasión y gloria / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu cruz y desamparo / LÍBRANOS SEÑOR
Por tus angustias / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu muerte y sepultura / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu resurrección / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu ascensión / LÍBRANOS SEÑOR
Por tus gozos / LÍBRANOS SEÑOR
Por tu gloria / LÍBRANOS SEÑOR
Cordero de Dios, que borras los pecados del Mundo / JESÚS ESCÚCHANOS
Cordero de Dios, que borras los pecados del Mundo / JESÚS ESCÚCHANOS
Cordero de Dios, que borras los pecados del Mundo / JESÚS, TEN PIEDAD DE NOSOTROS
- Bendito sea el nombre del Señor / Ahora y siempre, por los siglos de los siglos
OREMOS: Señor Jesucristo, que dijiste “Pidan y recibirán, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá”, te suplicamos que derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte.
Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu Santo Nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Déjame, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Ti, para atestiguarte mi reconocimiento por el obsequio que me has hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a tu Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de Tu Majestad, y en mi grandísima miseria, mi universal suplemento.
¡Ay Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí que a mí me hace falta María, delante de Ti y en todas partes; me hace falta para calmar tu justa cólera, pues tanto te he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que tu justicia me amenaza, para pedirte; para acercarme a Ti y para darte gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre tu voluntad, y buscar en todo tu mayor gloria.
¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el Universo esta misericordia que has tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente darte las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿No seré acaso todo para Ella? ¡Oh, que ingratitud! Antes la muerte, Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María.
Mil y mil veces, como San Juan evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a tu gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como Tú quieres que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo ves alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arráncala, te lo ruego, arrojadla lejos de mí, que no siendo de María, indigna es de Ti.
¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias, planta, riega y cultiva en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida.
¡Oh Espíritu Santo! Dame mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal y recurra de continuo a su misericordia, para que en Ella formes dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida, para vivir tan sólo para Ti.
Forja en nuestra alma, ¡Oh Cristo! Tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas, y el ardor de tu eterna caridad.
Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces y en pos de Ti podremos caminar.
Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu Nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.